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TÚNELES, TUMBAS Y GRUTAS.

Actualizado: 5 nov 2023


Por debajo de casi todas las grandes ciudades con un origen antiguo existe una red de túneles o corredores ramificados. Algunos de procedencia natural y aprovechados como pasajes subterráneos y otros creados por el hombre en varias épocas históricas. En general, las ciudades se han construido o reconstruido una sobre otra, ocultando pasadizos, tumbas o necrópolis, además de estructura urbana. Antiguamente, se utilizaron estos pasajes para varios fines como, por ejemplo, el contrabando, el espionaje, la huida, etc. Uno de esos pasadizos que recorrí ya hace años es la cueva subterránea, con algunas galerías construidas por el hombre, que recorre el centro de la Tarragona actual y antigua, también por debajo del foro romano. Redescubierta en 1996, esta cueva fue conocida desde siempre y por lo menos tenía dos entradas conocidas. Cuando pregunté si solamente servía para el transporte o suministro de agua alguien se sonrió, me explicó que cuando fue abierta de nuevo en aquel tramo encontraron multitud de objetos de épocas antiguas en su interior. Oí decir que existía una entrada en el antiguo puerto, pero no podría asegurar su existencia real y si pertenecía a una extensión de la misma.

En Barcelona hay otros, así como en otras ciudades de Iberia. Según lo poco conocido, resumido en leyenda, uno de esos túneles transitaría por debajo de las casas desde la calle Ferrán pasando por la plaza Sant Jaume y torciendo a la derecha hacia Sant Just y, luego, hacia la antigua línea de costa, más cercana antes que ahora. Es muy posible que, en sentido contrario, éste llegase hasta las cercanías de la actual Iglesia de Santa María del Pi. Los túneles no siempre estuvieron bajo la ciudad antigua principal. Existieron otros barrios o zonas con templos antiguos y pasadizos. Explicaba Alexandre Eleazar en su «Historia de mi vida»:

«Más tarde, vinieron dos españoles anarquistas más a nuestra barraca... /... Me acuerdo muy bien de ellos. Eran carpinteros, ebanistas de oficio y habían trabajado por su cuenta juntos en Barcelona.... /... Según explicaban ellos: «la burguesía de Barcelona era la peor del mundo. Que para cobrar una factura de «unas cochinas pesetas» hacía falta presentarse dos o tres veces al menos, o bien, pagaban a cuenta gotas, cada mes una pequeña cantidad y antes de que la deuda fuera pagada, ordenaban otro encargo y como había mucha miseria y poco trabajo, se aceptaba. A veces, se iban sin pagar y ya no se les encontraba o decían que habían tenido gastos porque habían casado a su hija o se habían ido a Inglaterra y que les haría falta esperar al año siguiente. Añadieron que el 18 de julio de 1936, desaparecieron todos como por encantamiento y que no pudieron cobrar unos «mil duros» que les debían. Que merecerían ser fusilados, que buscaron a varios para ajustarles las cuentas, pero que no encontraron a ni uno, pues, o estaban escondidos en conventos en la montaña o habían pasado la frontera. Explicaban que los conventos poseían escondites y que cuando se presentaban no encontraban a nadie, pero cuando se iban, entonces salían de su escondrijo. Todos me hablaron de un barrio siniestro llamado la Bonanova, en donde un convento tocaba al otro y que se comunicaban todos por galerías secretas. Fue en particular un joven polaco quien me lo contó, pues fueron los polacos finalmente los encargados de «limpiar» ese barrio. En fin, en esta historia de mi vida, no explicaré todo lo que oí por la buena razón de que ahora vivo en ese barrio, pero comprendo muy bien su historia».

Tal como he podido comprobar yo mismo y gracias a la intervención de terceras personas, muchos de esos túneles tienen cientos de años y hasta miles. Ocurre que muchos de ellos se practicaron por debajo de iglesias antiguas, catedrales o castillos, en donde, antes existían otros monumentos. Así, en Tortosa y por debajo del castillo de la Suda, en toda esa

Catacumbas de Malta
Catacumbas de Malta

prominencia geográfica hasta llegar a la catedral, existen un sinfín de túneles a los que he podido acceder en parte, muchos de ellos derrumbados. Y hemos escuchado decir lo mismo de Toledo, Cádiz, etc., por no hablar de Roma... o de La Valetta en Malta, en donde los Caballeros del Hospital unieron con túneles varias dependencias importantes de la ciudad antigua. A uno de esos se me permitió avanzar unos 70 o 100 metros en línea recta y el túnel seguía, sin dudas, pero luego, tuve que volver. No todo han sido túneles de paso los construidos en el mundo. Recordé esa famosa historia de la Biblioteca Dorada que salió a la luz en alguna de mis investigaciones relacionadas con los famosos libros perdidos del pasado. Esa biblioteca albergaba documentos en griego, egipcios y chinos (según se explica), algunos de ellos relacionados con la antigua fundación de Roma y de la historia de los Bere y que iniciara Iván el Grande gracias en parte a su segunda esposa Sofía Paleóloga, pues los libros procedían de antiguas bibliotecas de Constantinopla (nombre antiguo: Bezantzie). Ocultada durante años, uno que pudo ver algunos de los ejemplares fue Mijaíl Trivolis, apodado Máximo el Griego y el cual, según explicó el Príncipe Kurbskii en su Historia de Máximo el Filósofo, vio personalmente «multitud de ejemplares en antiguo griego nunca vistos antes». Pocos años después, hacia 1565, apareció otra mención en una Historia que escribiera el cronista Franz Nyenstadt. La Colección fue heredada de Zar en Zar hasta que desapareció en algún momento del pasado, al menos para la mayoría, y aunque se ha buscado asiduamente –incluso Stalin quiso hallarla–, sigue sin conocerse su destino o bien, se ha ocultado de la mirada de la historia. ¿Pudiera haberse guardado en algún lugar debajo del Kremlin? Esa pregunta ya se la hicieron varios en Rusia y aunque ciertamente debajo del Kremlin existe una infinidad de túneles de diversas épocas el misterio sigue abierto, pues es sabido que Iván el Terrible hizo excavar varias estancias debajo, algunas descubiertas en 1978 al practicar un túnel para el metro de Moscú, descubriendo así algunos depósitos de armas antiguas. Otros pasadizos fueron construidos en los tiempos del Príncipe Dmitri Donskói, es decir, mucho antes. La mayoría de los hallazgos aquí y allá suelen ser precisamente por perforar túneles mayores u obras, en particular del metro y en general, la información concerniente a estos hechos no suele ser publicada, pues hoy, la utilización ventajosa de acceso a núcleos poblados importantes es motivo de secreto de estado por varias causas. Por ejemplo, los 300 kilómetros subterráneos que aproximadamente perviven en Paris, una mínima parte de los cuales –800 metros– se convirtieron en catacumbas visitables. Y, aunque su acceso esté prohibido el resto del recorrido y una policía especial se pasee a diario por sus galerías, no deja de ser visitado extra oficialmente. En la puerta se

Catacumbas de Paris
Catacumbas de Paris

lee: ¡Alto! ¡Aquí comienza el imperio de la muerte! Estos pasillos subterráneos, construidos ¡siempre por romanos! Fueron utilizados por los revolucionarios, la Résistance, etc. ¿Existe acaso una red de túneles mayores, más largos, conectados entre sí? De Crimea a los Montes Urales, de Francia a España atravesando los Pirineos, en América, otro hacia África ... y cuando hablaba de estos temas la mayoría de la gente me decía «¡no puede ser!, ¡No puede ser!». Sin embargo, tampoco parecía posible antes de su descubrimiento oficial que en Anatolia existieran unas 200 ciudades subterráneas conectadas a través de túneles excavados, algunos de hasta 9 kilómetros de longitud. La sola existencia de Derinkuyu da que pensar. En cuanto a las necrópolis o catacumbas, la oscuridad que se revelaba en las grutas y túneles en un mundo nocturno sin los medios actuales modernos de iluminación causaba bastante respeto, en particular porque se creía mucho más en los espíritus, almas de difuntos que habitaban debajo tierra en este caso. Por supuesto, los fantasmas podían aparecerse en otros lugares, según explicaban, como en casas o lugares vinculados a ellos, por un motivo u otro. Puedo decir por experiencia propia que el silencio y la oscuridad en las profundas grutas es sobrecogedor. Hacia 1989 accedí a una larga cueva en el Pirineo con un compañero, sin ropa adecuada, simplemente con una pequeña linterna cada uno y fue un gran error. Después de dos horas arrastrándonos por sifones y salas y decidiendo entonces volver atrás, las luces se agotaron y nos perdimos. Aquella experiencia sobrenatural me asaltó durante años, pues estuvimos solos cerca de 3 horas más, bajo una oscuridad y soledad indescriptibles y temiendo que aquel agujero fuera nuestra última morada en esta tierra. Sin embargo, el Destino no lo dispuso así y finalmente, unos espeleólogos que por allí pasaron nos salvaron, probabilidad que se producía entre un millón, según nos dijeron. Bastante antes, cuando tenía 12 años y con mi padre, accedimos a las cuevas de la montaña de los Montes PIULOS o PILOS (hoy Montserrat) donde en tiempos del Imperio Paio se escondieron en ese lugar varios Sepulcros de Pares famosos. En la época en que fuimos, el lugar estaba no estaba muy concurrido, pero nos hallábamos mucho mejor equipados con cuerdas, escalera enrollable y lámparas de carburo. En sus profundidades hallamos cierta estructura labrada por el hombre, letras o signos antiguos en paredes, marcas de buriles y martillos…, y ésta no es la única montaña que guarda un secreto en su interior. En España hay varias, unas descubiertas y otras por descubrir, aunque algunos ya las conozcan desde hace siglos. Fue ese uno de los motivos por los que me desplacé a varios lugares para explorar y buscar información, a Tenerife, a la Rioja,

Cueva de las Mil Momias
Cueva de las Mil Momias

Aragón, etc. Debo añadir que jamás me hubiese atrevido a tocar a los muertos, a diferencia de arqueólogos, y a los ladrones de tumbas o hasta de los ¡brujos! Bien cierto es que tienen objetivos diferentes, aunque ambos acaban por pulverizar huesos y cráneos en morteros, unos para extraer el ADN y hacer experimentos y otros para crear pócimas de brujería, acabando los cráneos, o bien, en una vitrina de una casa privada, en una vitrina o depósito de algún museo o en alguna pócima y, si no, no hay más que ver lo que les ocurrió a los pobres guanches de la Cueva de las Mil Momias en Tenerife. Y es que, si de pobre lo pasabas mal en vida, muerto no valías ni un chelín inglés, tal como se observa por los cuantiosos robos de cuerpos en Londres, Paris y otros lugares en el siglo 19, como se intuye en la novela de Frankenstein. Por lo general, los textos antiguos no hablan de la localización exacta de las tumbas o necrópolis debajo tierra, por la simple razón de que querían ocultarlos. Sin embargo, en algunos se encuentran algunas referencias.



1 Comment


Bibi Gor
Bibi Gor
Dec 14, 2023

Fascinante artículo, felicidades señor Daniel, memorias inolvidable junto a su hacedor, al parecer la tierra es como un queso gruller, sabe usted cuanto tiempo estuvieron los Paios bajo tierra después de aterrizar “escondiéndose” de la mirada de Jaungoiko?

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